lunes, 28 de mayo de 2007

Creaciones literarias de ayer y hoy

Él se encontraba solo, junto a ese bulto inerte, sus manos y rostro estaban salpicados con aquel ámbar rojo y su cuchillo empapado por esencia de vida, se ocultaba ya entre sus ropas; su rostro, enrojecido por algo más que el éxtasis, se mantenía frío como un témpano de la zona polar.

Se agachó, y revisó una vez más a ese ser inerte que yacía ciego, sordo y mudo sobre el suelo, incapaz de sentir nada por su condición. Al comprobar el estado de su víctima, se dispuso a salir del recinto, sin antes haber sacado de su lúgubre atuendo toda mancha de la vida que alguna vez tuvo la victima, vida ya desvanecida en la inmensidad de la noche.

Al momento de salir de esa casa, vio como alguien se acercaba a ese recinto que ya no podía llamar hogar, aquel extraño no le dio mayor importancia al joven sombrío que pasaba a su lado, es mas, apenas si lo vio, siguiendo así, su camino sin a su objetivo.

No mucho tiempo paso, cuando dentro de la casa se escucho un grito de horror; aquel visitante, en algún rincón sombrío, había encontrado el fresco cadáver. En una oleada de confusión y desesperación por la horrible imagen, el visitante recordó cruzarse con un joven, de inmediato vino la sospecha y en un arrebato de exaltación, corrió hacia la puerta, queriendo por sus medios descubrir al macabro asesino.

Pero al llegar al pórtico, vaya sorpresa que se llevo el invitado de honor. Un cuchillo enterrado en su vientre, la vida escapándose en una brillante cascada roja y el frío metal en su interior, acariciando su alma, mientras esta se despegaba de lo corpóreo. En un doloroso y triste baile, la victima primero sintió como sus extremidades languidecían hasta casi hacerlo caer, luego, vio sus ropas manchadas y por ultimo, a su joven asesino, no tenia mas de 17 años, pero su rostro ahora inexpresivo, le incrementaba la edad, haciendo notar todo el abuso sufrido en su corta vida.

El joven se acerco a ese ser agonizante, y sin pudor alguno, poseído por la misma ira con la que opaco la primera vida, le clavo el cuchillo entre los ojos. Todo estaba terminado. Su venganza realizada y el éxtasis sentido ya dejaba de cegarlo; aun así, no se arrepentía, su objetivo estaba logrado y dos cuerpos ya danzaban en las sombras, uno por culpable, el otro por testigo, danzando y danzando como jalados por hilos, dos almas se perdieron en el olvido.

Luego de eso, entro a limpiarse, el olor de las vidas arrebatadas, se impregnaba en sus ropas y ya lo mareaba, escondió ambos cuerpos, se aseguro de no dejarlos a simple vista, procuro que solo con el aroma los encontraran y se dispuso a abandonar ese lugar que alguna vez intento llamar hogar. Se fue con sigilo, ocultándose bajo la sombra creada por las estrellas de esa fría noche sin luna. A la semana siguiente, desgraciado el curioso que entro al abandonado lugar, su nariz se saturo, su estomago se revolvió, salio corriendo de aquel sitio, hizo una llamada y la policía no tardo en llegar. Luego de unas horas, investigaciones determino que tres infelices estuvieron allí, de los tres solo uno desapareció. Era un joven alto, delgado en contextura, ligado en sangre con un cuerpo, pero no en sentimiento…

Antecedentes posteriores, descubrieron las verdades, un cadáver era el padre, el desaparecido era el hijo… Un hijo violentado y reprimido.

Encajaron entonces las macabras piezas: violencia crea violencia, el culpable estaba desaparecido, lo buscaron por el país durante meses, no se supo nada, simplemente se lo trago la tierra, como si sus victimas lo llamasen desde el pozo mas profundo. Al paso de un año, se olvido el caso, era uno de tantos, se culparon a unos pobres diablos, para que los insanos y morbosos tuvieran su tributo, para que los sanos pudiesen dormir ya tranquilos.

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